Una niña de 13 años cargaba un cachorro en sus hombros a orillas del río Jaya. A su vez, miraba descalza como el mismo acuífero había destruido más de ocho casas de madera y zinc, incluyendo la suya.
Esa es la situación de decenas de personas que sufrieron daños materiales en diversos sectores de San Francisco de Macorís por el paso del huracán María.
Su padre, Manuel Vásquez, no usaba protección ni en sus pies, ni en su pecho, a pesar de los trozos de zinc y vidrio combinados con lodazal que había frente a su hogar y que estaba pisando.
El hombre dijo que con los 33 años que tiene de vida nunca había visto que el río entrará a su casa. Relató mientras sacaba agua, lodo y objetos de su casa, que al momento de la penetración de las aguas, estaba durmiendo y su hija lo despertó para avisarle pero ya era tarde. En pocos minutos sintió que el agua le daba por el cuello. “Yo estaba acostado porque dormí tarde la noche del miércoles esperando las lluvias. Cuando mi hija me levantó a las 11:40 de la mañana el río estaba en el patio y a las 12 en punto ya se había llevado todo”, expresó Vásquez quien vive con dos hijos, una hermana y su esposa.
Aseguró que perdieron todo, hasta los uniformes y útiles escolares, porque no duró ni veinte minutos para subir el río. Era la realidad. Dentro barrían las aguas marrones, y aún había evidencias de la destrucción.
Su casa tuvo más suerte que la de otros, de algunas solo quedaba el zinc hundido en el lodo, camas destrozadas y uno que otro objeto del hogar. “Lo que hicimos fue agarrar a los niños y lo poco que nos quedaba y correr”, añadió.
Al lado de la casa de Vásquez, en el barrio Santa Ana, viven sus dos padres, lugar dónde él creció. Al igual que en el caso de Manuel, también su vivienda quedó arruinada.
Según cuenta sus padres están enfermos y teme que con el daño provocado por las lluvias puedan empeorar.
Albergue Santa Ana
Desde el pasado jueves a las 7:00 de la mañana la escuela Santa Ana ha albergado a unas 160 personas.
Desde el pasado jueves a las 7:00 de la mañana la escuela Santa Ana ha albergado a unas 160 personas.
Los refugiados en la tarde del jueves tuvieron que subir a la segunda planta del centro educativo porque la primera se hundió. Muchos de los refugiados tienen un futuro incierto. Iris Santos, es una de ellas. Contó que vive a orillas del río Jaya, pero este le llevó su casa. Solo le quedó la ropa que tenía puesta. En otras catástrofes ella y sus vecinos salían ilesos,pero esta vez no fue así. “Me siento en el aire, quedamos en el suelo hasta que Dios quiera”, dijo la mujer que vive junto a siete personas en su humilde vivienda.
Manifiestó que en más de veinte años residiendo en Santa Ana nunca el río había entrado. “Nos tomó de sorpresa, la suerte fue que estábamos despiertos, porque si no nos hubiéramos ahogado”.
Mientras caía la tarde de este viernes, a más de 24 horas del desastre y sin ninguna gota de agua cayendo, los moradores estaban sacando escombros y lodo de sus casas. Mientras que otros en medio de la catástrofe sacaron botellas de ron y hookahs para entretenerse.
José Martín Herrera de Jesús, vive solo, antes residía con sus hijos pero los mandó a Santo Domingo.
De Jesús la mañana del jueves estaba trabajando, pero salió un momento de sus labores para llevarle comida a su perro, según describió como su única compañía, pero cuando vio que el río se había desbordado corrió a su casa pero el canino la abandonó.
“Yo vine a traer la comida de mi perro y cuando vi el río desbordado, fui a buscar mi perro y no encontré a mi perro, me desespere y me puse a llorar porque es lo único que me queda”, afirmó el señor mientras recogía sus pertenencias.
Evaluación de daños:
El presidente Danilo Medina visitó al medio día de ayer el barrio Azul y Santa Ana, en donde evaluó los daños causados por el huracán María. Allí decenas de curiosos salieron de sus casas y negocios para ver en persona al mandatario.
El presidente Danilo Medina visitó al medio día de ayer el barrio Azul y Santa Ana, en donde evaluó los daños causados por el huracán María. Allí decenas de curiosos salieron de sus casas y negocios para ver en persona al mandatario.
Algunos le pidieron la reparación de sus hogares.
En el barrio Azul también llegó el río a pesar de estar a varios metros de distancia.
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