Por Orlando Jerez ☆
Durante mi niñez las navidades fueron muy tristes...
Nunca experimenté la alegría que sienten los niños al sentarse alrededor de la
mesa hogareña en compañía de Mamá, Papá, hermanitos..., la noche del 24 de
diciembre.
Siempre soñé con ver
en un rincón de la casita de yagua y piso de tierra donde residimos casi hasta
la adultez, un arbolito navideño aunque fuere de charamico, cortado de
cualquier árbol del patio o de los alrededores
pero, nunca lo ví.
Los adornos navideños sólo llegaban a mi vista a través de los
dibujos en los "fecheros" que, solían llevar a casa cada año
promoviendo alguna tienda de tejido o almacén de provisiones que había varios
en Moca... Confieso, mi niñez no tuvo navidad... por eso me encanta hoy día; y
la gozo, la disfruto en grande, le saco el jugo pero, de manera disciplinada.
Cada peso $$$, procuro colocarlo en su justo lugar, para
satisfacción no sólo mía... No puedo concebir que un niño, que se acuesta horas
antes del amanecer en su cunita o camita (dormí en cuna hasta los diez años de
edad), se levante tempranito al otro día, luego de escuchar jugando con sus
nuevos regalos a sus amiguitos vecinos y, que al buscar debajo de la cama y por
todas partes de la casita, no encuentre ni siquiera un pitico de los que
costaban un centavo... Eso es traumático y decepcionante...
Nunca tuve navidad en mi niñez... Por eso, desde que he tenido
la suerte de poder satisfacer algunas de las necesidades de mis pequeños hijos
es lo primero que hago en NAVIDAD.....
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