Por Mauricio Toribio
Debería darnos penas y vergüenza, que estemos anhelando el
paso de un huracán, para que este acabe con la prolongada sequía, que pone en
riesgo el suministro normal del agua
potable y la producción alimentaria del país, que se produce en nuestros
campos.
Esta prolongada sequía a la que el paso de la tormenta
tropical Erika por suelos dominicanos ha puesto fin, lejos de sentirnos
felices, debería someternos a un ambiente de meditación y reflexión sobre el futuro
que queremos para la generación que les tocará vivir a nuestros hijos y nietos,
claro está sin olvidarnos del presente.
Decimos esto, porque el hecho de que estemos anhelando y dando
las gracias al paso de un fenómeno natural que casi siempre viene acompañado de
destrucción, dejando a su paso una secuela de problemas, sobre todo para los
sectores más vulnerables del país, se vería como contraproducente y quizás antihumano.
Pero esto ha sido el resultado de las malas políticas estatales
y de las malas acciones de los ciudadanos, que consientes o inconscientemente,
estamos haciendo un uso irresponsable de nuestros bosques, fuentes acuíferas y recursos
naturales en sentido general.
Un espejo en el cual los dominicanos nos debiéramos estar
mirando, es el de Haití, quien siglos atrás fue la perla del Caribe y hoy es el
país más pobre del hemisferio y uno de los más pobres del mundo, cuyas tierras áridas,
fruto a las manos indiscriminada e irracional de sus ciudadanos, ya no producen
nada y por consiguiente, las esperanzas de ese pueblo, de verdes pasaron
podridas.
Hacia allá nos encaminamos nosotros con el desmonte de miles
de tareas de tierras de bosques, en montañas y llanos para el conuquismo, venta
de madera, siembra de pangola y para asentamiento humano, que nos están llevando
a un camino sin retorno, ante las miradas indolentes e indiferentes de nuestras
autoridades y de sectores económicos que no ven mas allá de sus bolsillos.
Es penoso que tantos recursos se estén invirtiendo en
campañas llamando a la sensatez de la población, en hacer un uso responsable
del agua potable y de los recursos naturales, mientras que los llamados a
protegernos de los depredadores ambientales y hacer cumplir las leyes, anden de
vacaciones en sus funciones.
Es penoso que el afán de lucros de muchos sectores, les nuble
la vista y le empañe la razón, continuando con una práctica nociva a nuestra
madre naturaleza, a sabiendas de que esta es irreversible, haciendo que nuestro
hogar, el planeta tierra, se vaya muriendo poco a poco.
Hasta cuando los buenos, los que estamos preocupados por la
suerte y el futuro de nuestra postrera generación, vamos a seguir callados y de
brazos cruzados, ante una muerte inminente de nuestros recursos naturales.
Alguien dijo una vez: ¨que solo cuando el ultimo pez se haya
pescado, el ultimo rio se haya secado y el ultimo árbol se haya cortado, es que
los humanos nos daremos cuenta, que el dinero no se come¨.
Basta ya… salvemos nuestro planeta, salvemos nuestro país,
salvemos nuestros recursos naturales, para que mañana no sigamos deseando el
paso de un huracán, para que nos apague la
sed y la necesidad de comida.
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