En todas partes se honra
a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa, es decir dentro de su propia familia.
De acuerdo a los diversos estudios realizados en el campo de la psicología aplicada se ha determinado que los primeros egos de cada ser humano se desarrollan en el seno de sus propias familias, de los cuales emana la envidia que tantos daños les hace a nuestras almas, y que es capaz de corroer hasta nuestros huesos.
De acuerdo a los diversos estudios realizados en el campo de la psicología aplicada se ha determinado que los primeros egos de cada ser humano se desarrollan en el seno de sus propias familias, de los cuales emana la envidia que tantos daños les hace a nuestras almas, y que es capaz de corroer hasta nuestros huesos.
Es imprescindible que cada uno de los miembros que
formamos partes de nuestros núcleos familiares transformemos dichos egos en
actitudes positivas y armoniosas y que la misma emane el optimismo, nuestro
apoyo, nuestro amor incondicional que es la fuente de nuestras verdaderas
riquezas.
No lo subestimemos, al contrario; debemos proteger su imagen, enaltecerlos a cada uno de ellos, motivarlos para que cada día sean mejores seres humanos y que todos sus éxitos, sean los éxitos de los demás miembros de nuestros núcleos familiares.
La verdadera finalidad de nuestras familias, consiste en trabajar unidos con cada uno de sus integrantes, en su formación humana, sus crecimientos personales, los valores morales y espirituales, el buen manejo de las distintas actividades sociales y laborales, y sobre todo en el aspecto económico y la organización del mismo.
Cuando
nuestros núcleos familiares crecen social y económicamente, están contribuyendo
con su propio bienestar, con el crecimiento de nuestra sociedad y, por lo
general dichos crecimiento económico sustenta la base primordial para mantener
el equilibrio Estatal, y a la vez el equilibrio económico existente entre el
Estado que la conforman y la sociedad.
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